El flujo de las experiencias
D. GERARDO GONZÁLEZ MARTÍN.
Periodista jubilado y escritor
Han pasado cuarenta y tantos meses desde que, en el acto de presentación en Vigo de esta revista digital, en noviembre de 2011, tuve el honor de ser invitado a pronunciar una conferencia, que titulé La experiencia y oportunidad de ser universitario en la vida cotidiana. Si a estas alturas se repitiera algo semejante, sin duda el auditorio cambiaría sensiblemente. Una parte de los asistentes de entonces han dado un paso más y superado el ciclo inicial del Programa para Maiores. Se han integrado en la Universidad como cualesquiera otros alumnos, o lo que es lo mismo aceptando un nuevo reto, guiados solo por el afán de saber.
No me resisto a repetir una cita del admirado escritor que ya llegado a centenario, poco antes de morir, decía: “He procurado vivir en el mundo y entenderlo, y he tratado de adaptarme a él sin plegarme” (Francisco Ayala, 1906-2009, El jardín de las delicias). Es decir, acomodarse a unas circunstancias sin perder la capacidad de crítica, indispensable en el ámbito universitario. Al propio tiempo entender y vivir el mundo de hoy en plenitud, sin atender a la llamada fácil, escapista, que en la edad provecta tiene tanto eco de matar el tiempo, ¡tan valioso!, con cualquier actividad.
Conozco algunos casos de Vigo, que se multiplican exponencialmente en toda España, de mayores de 50 años que después de pasar tres, cuatro o cinco años, en el primer ciclo Sénior, dan el paso para convivir en sus estudios con los jóvenes. Hacen suyo ese vocablo tan hermoso, que se escucha habitualmente a las parejas con niños pequeños, y que en nuestra infancia tenía menos presencia: El vocablo compartir. La cultura, la educación, las habilidades aprendidas son la herencia que unos hombres dejan a otros desde el principio de los siglos, de las que tenemos noticia a través de los libros. Sería un dispendio no aprovechar el cuerpo a cuerpo con los más jóvenes, para enriquecernos mutuamente, para interactuar en el encuentro diario en las aulas. Quienes lo han probado, de los Sénior que conozco, están generalmente muy satisfechos, deseosos de continuar y mejorar esa andadura.
El día de mañana conoceremos una Universidad distinta a la de hoy, y es evidente que en el diario del progreso que hayan escrito para entonces en la institución, tendrán que reservar unos párrafos para dejar constancia de la colaboración de los mayores en esa tarea de avanzar para mejor. Adultos que habrán incorporado valores, los valores nunca dejan de ser útiles en su contexto, a través de sus propias experiencias. No solo con el talento sino también con el talante que cabe esperar de ese nuevo alumnado que tiene la autoestima necesaria para no parar en el camino de la formación permanente, pero también la actitud necesaria para incorporar lo que los jóvenes estudiantes les aporten: El flujo de la interactuación. Las experiencias valen no solo porque uno las ha vivido, sino también por los útiles que puedan resultar a los demás. En una vida, indudablemente, hay no una sino muchas oportunidades, la sabiduría se demuestra al saber aprovecharlas.
Desde ahora, esta entrañable revista digital, amplía considerablemente sus horizontes. Estoy seguro de que resultará de interés tanto como quieran aprovecharla, enriquecerla, los mayores que estudian en las universidades españolas, como sus profesores y también, cabe confiar en ello, los jóvenes compañeros de clase.