La educación como factor de cambio en el proceso del envejecimiento
D. ENRIQUE PONZÓN LOBATO.
Catedrático (jubilado)
Doctor en Ciencias de la Educación
“Desde el plano educativo, la persona es un ser inacabado en todos sus aspectos o dimensiones. Las personas aprendemos desde que nacemos y a lo largo de nuestra vida. Las actuales personas mayores nacieron y fueron educadas con otros valores y normas, ni mejores ni peores, diferentes. De ahí la importancia de la educación para una nueva socialización”
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“No debemos olvidar que la vida es un proyecto permanente de aprendizaje.
Envejecer no es otra cosa que cambiar, lo que requiere desplegar procesos de adaptación y desarrollo a nivel personal y social para mantener el equilibrio y asumir nuevos roles”
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“Las personas mayores, no son las que más saben, sino las que más ignoran. Quedan marginadas, amarradas al pasado, impermeables a los cambios vertiginoso del siglo XXI, caracterizado por la aceleración de los avances tecnológicos; el despliegue de la cultura postmoderna, con su lógica de consumo; la urgencia de vivir rápido como si no hubiese futuro; y la exaltación de los sentidos como única posibilidad de placer”
Los modelos tradicionales para envejecer ya no se llevan. Dejan totalmente marginadas a las personas mayores. Desde el plano educativo se reconoce en ellas la capacidad de continuar desarrollando su potencial humano y sin embargo no se contempla lo suficiente en el discurso educativo, un enfoque cultural de este biosegmento que ofrezca propuestas para llenar los momentos de ocio de ese periodo de la vida, dando la espalda a la realidad, a pesar de que dentro de 30 años la mitad de la población de este país estará jubilada o en vísperas de hacerlo.
A esto se le añade el aumento de la esperanza de vida, situada en algo más de los 80 años, con lo que tras el retiro laboral quedan todavía muchos años en los que disfrutar con actividades de distinta índole. Surge la necesidad de una información objetiva ante esta realidad, por lo que tenemos que plantearnos una serie de interrogantes.
- ¿Piensan que como persona mayor ya tienen su propia experiencia y conocimientos y no necesitan seguir educando su potencial humano?
- ¿Sabían que la educación permanente es un derecho que queda sin desarrollar en la inmensa mayoría de las personas mayores, y que solo una minoría, la más preparada, es la que muestra interés por actualizarse?
- ¿Tenían conocimiento de que el nivel de instrucción de los mayores no es equiparable al de la población más joven, por debajo de los 45 años?
- ¿Y que las cifras que lo demuestra nos indica que uno de cada diez mayores son analfabetos; un 35% adicional no ha completado estudios primarios; el 8,4% han finalizado estudios secundarios; apenas 4 de cada cien mayores, han cursado estudios universitarios; y entre los mayores, el nivel educativo de las mujeres, sobre todo las que superan los 70 años, es aún más bajo que el de los varones?
La educación debe extenderse a lo largo de toda la vida, a fin de contribuir al proceso de adaptación continua de la persona mayor a los cambios acelerados que caracteriza nuestra época, dotándole de una conciencia crítica que le permita participar en las actividades cívicas y sociales, así como la integración en las distintas áreas del conocimiento y la creatividad. La formación para las personas mayores es un instrumento imprescindible para dar nobleza a su tiempo desocupado. Y ello por varios motivos:
- “Permite permanecer activos intelectualmente, sin descuidar las facultades mentales”.
- “El aprender, proporciona una beneficiosa sensación de satisfacción personal y confianza en uno mismo. Facilita la relación con personas de la misma edad, con inquietudes, problemas o aficiones similares”.
- “Ayuda a vencer la depresión y a seguir activos, ya que obliga a salir de casa, ir al centro formativo, intervenir en clase…”.
- “Posibilita un mayor acercamiento a los jóvenes, con quienes se pueden mantener conversaciones sobre informática, literatura… permitiendo un enriquecedor intercambio de conocimientos, atractivo para ambas partes”.
- “Mejora la forma física, ya que en muchos centros también se imparten clases de educación física especializada y bajo supervisión médica”.
Se acepta, en definitiva, que la educación es el gran instrumento para mejorar la calidad de vida del mayor. Si ante el envejecimiento se tiene una actitud de autorrealización, con espíritu creativo, la educación hace posible que las personas mayores vivan en contacto con la corriente general de la sociedad, preparándolas para el cambio. Se pone a disposición de las personas mayores conocimientos actualizados que les permita comprender el mundo contemporáneo, respondiendo a sus intereses.
Pero además la sociedad debe plantearse no qué se puede hacer con los mayores, si no qué pueden hacer las personas mayores para la sociedad, aprovechando así, a través de la educación, el capital que aportan. Una de las premisas básicas de la educación permanente es pasar de una educación “para la vida” hacia una educación “dentro de la vida”. La inteligencia todavía es moldeable. La educación de las personas mayores debe dejar de ser marginal, ya que constituye un modo de expresión y desarrollo individual que no puede quedar limitada a una minoría. Persona y educación son inseparables, siempre que el ser humano opte por lo bueno y valioso, ante la pluralidad de posibilidades que se le ofrece.
Cuando se trata de vincular educación y persona mayor, se piensa que ésta es difícilmente educable y poco susceptible de adquirir nuevos conocimientos. Sin embargo investigaciones recientes indican que el descenso de la capacidad intelectual de las personas mayores no se produce en función de la edad cronológica, sino en función de las influencias del ambiente o individuales. Y que la pérdida de memoria es evitable. Se posee capacidad de recordar en cualquier edad, si se ejercita y sigue unas reglas elementales para aplicarla. En cuanto a la capacidad de aprendizaje, se acepta que la asimilación de nuevos conocimientos, aptitudes y hábitos, puede tener lugar a cualquier edad, modificándose únicamente la velocidad de asimilación.
Terminamos estas reflexiones señalando que los contenidos de los programas educativos dirigidos a personas mayores han de ser:
- “Sustitutivo de la educación primaria/básica”
- “Complementario de la educación básica y profesional”
- “Prolongación para hacer frente a las exigencias de un nuevo ambiente, preparación para el tiempo actual”.
- “Perfectivo, para los que ya poseen una educación de alto nivel”.
En este campo las Aulas Universitarias para Mayores están en una fase de exigencia de calidad y no de justificación de su existencia, que es ya un hecho evidente, siendo sus objetivos promover los tres pilares básicos del quehacer universitario: enseñanza, investigación y servicios a la sociedad, destacando la necesidad de un compromiso social para hacer viables proyectos de participación de los mayores.