Reflexiones sobre la sabiduría de las personas mayores
El logro de la sabiduría es una de las metas a las que pueden aspirar los seres humanos en este mundo, y la experiencia y los estudios observacionales demuestran que las personas de más edad son las que más posibilidades tienen de conseguirlo.
Convendría saber qué es realmente la sabiduría y qué papel práctico desempeña en el curso de nuestras vidas y en el curso específico de la vejez.
Algunos autores dicen que la sabiduría representa un nivel superior de conocimiento, juicio y consejo amplio, profundo y equilibrado.
Otro enfoque para entender lo que es la sabiduría sería: actitud de prudencia y moderación en todos los conocimientos que abarca la universalidad de la vida.
También se ha indicado que la sabiduría es la unión de la razón intuitiva con el conocimiento riguroso de lo superior o de las primeras causas o principios.
El sabio es llamado también hombre prudente, el juicioso por excelencia.
En todo este contexto la sabiduría apunta siempre al recto pensar y al gran arte de vivir.
Y, al arte de acertar en cada elección/ decisión que debemos tomar a lo largo de nuestras vidas.
Todos los grandes filósofos la han buscado en su amor al saber, posiblemente cumpliendo con este lema: pensar mejor, para vivir mejor; un principio que es útil a cualquier edad (desde que la persona tiene uso de razón), y más aún en la vejez.
Albert Schweitzer- médico alemán (nacionalizado francés) misionero en África, Premio Nobel de la Paz 1952- decía que el viejo es sabio porque conoce la relatividad de las cosas.
Tiene razón este Dr. misionero al pensar que la vejez madura y sabia ve y valora las cosas del mundo en su justo valor y con una cierta relatividad, lo que la hace ser hasta cierto punto independiente de las dependencias, exageraciones y apegos mundanos.
También existe una sabiduría práctica que está muy ligada a la intuición, inteligencia y sentido común como la que poseen los campesinos, agricultores, gente sencilla de pueblo, aunque también es verdad que la sabiduría parece estar más relacionada con cuestiones filosóficas y existenciales elevadas y con la resolución de problemas vitales complejos y difíciles de resolver.
La sabiduría tiene también mucho que ver con la ética, la moral y la filosofía.
Trasladando esta cuestión de la sabiduría al mundo particular de las personas mayores podemos decir que no todas las personas mayores son sabias, por lo que también cabría decir que no todas las personas sabias son personas mayores.
La sabiduría no es, por tanto, un privilegio exclusivo de la vejez.
No obstante, las personas mayores por el hecho evidente de haber vivido mucho tiempo y contar con múltiples y variadas experiencias y vivencias en su haber vital les aporta una cierta perspectiva ventajosa, para apreciar las cosas de la vida en su justo valor.
De ahí también que las personas mayores dotadas verdaderamente de sabiduría sepan encontrar un camino de la vida menos traumático, con menos apego y sufrimiento… y dotado de un sentido más trascendente.
Sea como sea el vivir y envejecer con sabiduría es una de las metas que deberíamos perseguir y alcanzar los seres humanos en este mundo, y entendiendo, que cuando tenemos que poner más a prueba nuestra sabiduría – por la confluencia de factores negativos y perturbadores que se dan- es en la etapa de la vejez (sobre todo, en la vejez extrema).
Ya lo dijo Henri Frederic Amiel- escritor, filósofo y moralista suizo- aludiendo a esta cuestión, con aquella frase” Saber envejecer es la mayor de las sabidurías y uno de los más difíciles capítulos del gran arte de vivir”.
Por otra parte, la sabiduría no ha de basarse solo en la experiencia propia sino también en la de las demás personas.
Es increíble el listado ya larguísimo de personas sabias que nos precedieron- muchas de ellas fueron personas mayores- y que nos enseñaron grandes verdades, que lamentablemente no se siguen, ni se practican en el mundo actual, por ser éste sumamente materialista, consumista y superficial. Pues, este mundo busca, sobre todo, la rentabilidad de los resultados y la aplicación directa de las cosas.
En esta línea de argumentación, podemos decir que los conocimientos técnicos y los datos científicos proporcionan información y progreso material, pero no sabiduría.
El mundo actual, en este sentido, esta falto de sabiduría, sobre todo, de una sabiduría de los grandes valores y del porvenir. Y eso ¿por qué?
Porque el mundo marcha demasiado deprisa y permanece en la superficialidad. Por eso, también en ese mundo es tan difícil alcanzar un buen nivel de sabiduría, tanto a nivel de los individuos como de la colectividad.
Muchos de nosotros nos preguntamos dónde se encuentra la sabiduría y cómo conseguirla.
En realidad, la sabiduría habría que buscarla y encontrarla en las personas sabias (muchas de ellas son personas mayores), en los libros, en la experiencia, en la meditación, en el interior de uno mismo, en el silencio, en la paz, en el amor, en la serenidad, en el contacto con la naturaleza, en lo trascendente… Y, también en la adversidad y en el fracaso…
Y, en este sentido, el mundo y las experiencias que se dan en las personas mayores pueden ofrecer muy buenas posibilidades para poder encontrarla y ejercerla.
Recuerdo lo que dijo Ernest Hemingway, escritor y periodista estadounidense, a este respecto:
“Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día”
Independientemente de la sabiduría que captamos en nuestro interior (“se dice que en cada persona hay un filósofo”), también debemos dirigir la mirada a nuestro alrededor y ver que existen personas sabias (familiares, amigos, compañeros, vecinos…), que no tienen necesariamente que ser personas mayores, y podemos aprender mucho de ellas.
Las personas mayores- a través de una visión sabia y ponderada de sus vidas y valores- deberían alcanzar una puesta a punto de los resortes y recursos vitales (psicológicos, comportamentales, sociales, culturales éticos, religiosos…) para crear un sistema multidimensional operativo en cada momento (cada situación) que le ayudara a superar los males y achaques de la vejez y, encontrar una vía de aceptación, sublimación y resignación ante el progresivo envejecimiento limitante irremediable y el advenimiento de la muerte.
Para finalizar este artículo quiero exponer unos principios prácticos en los que se sustenta la sabiduría de la vida y de la vejez.
Representan un pilar filosófico y sabio para alcanzar la meta de vivir y envejecer bien.
Dichos principios reflejan mi propia visión sobre el gran valor que tiene la sabiduría en el planteamiento positivo de la vida y su directa relación con las personas mayores.
Dichas ideas las he tomado de mis propias reflexiones como médico gerontólogo humanista y también de las ideas utilizadas en mis conferencias, charlas, artículos y algunos fragmentos de libros que tengo publicados sobre este interesante tema.
Los principios que deberíamos retener son los siguientes:
- Ver y aprovechar la experiencia adquiridas por la humanidad durante siglos y que nos enseñan en sus obras los grandes sabios, maestros espirituales y autores competentes.
- No seguir impulsivamente las propias inclinaciones instintivas, apegos y costumbrismos sin el debido control de la razón y de la voluntad.
- No incurrir en los mismos errores propios y ajenos pasados. El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
- Conocer y practicar los medios que sirven para conservar la salud física, mental y social. Seguir los consejos, las orientaciones, instrucciones médicas como chequeos, revisiones, vacunaciones….
- Unir en las acciones la prudencia con la diligencia.
- No tomar una decisión importante (trascendente) en la vida sin haber reflexionado bien o consultar con personas competentes.
- Buscar el sentido trascendente de la vida. Habría que seguir una escala de valores, según un orden de prioridades.Para algunas personas esta escala de valores prioritarios sería: salud, dinero y amor; para otras seria: familia, amor y trabajo; para otras: independencia y triunfo personal; para otras: acúmulo incesante de riquezas a cualquier precio, y finalmente para los cristianos sería: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Como ve el lector esa escala de valores es muy personal y variada; en unos casos sería más materialista y, en otros más idealista y espiritual.
- Establecer una alianza positiva con las demás personas “percibir en todo momento el sentimiento del nosotros”, pero evitar la gente conflictiva, tóxica, perturbadora. devoradora de emociones positivas…
- Adoptar una actitud lúdica y relajante ante la vida y la vejez (con una gran dosis de humor).
- Tener siempre una disposición de hacer el bien (voluntad de propósito, de acción) y de servir a los demás.
- Aprender con humildad de los demás, de sus cualidades y de su lado positivo.
- Mantener en todo momento una mente abierta ante la vida, el mundo y sus cosas.
La mente es como un paracaídas, no sirve de nada si no se abre (grafiti en una calle de Nueva York)
También debemos saber que cuando el ojo no está bloqueado el resultado es la visión, cuando la mente no está bloqueada el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado el resultado es el amor - Tener en cuenta que todo cambia en la vida con el paso del tiempo; nada es definitivo, salvo la muerte.
- Establecer una conformidad con el hecho inevitable de la muerte.
Todo este cuerpo filosófico lleno de sabiduría debería ser un referente en todas personas, pero particularmente serían las personas mayores las verdaderas depositarias del mismo e iría implícito en ellas el aceptar el compromiso de difundirlo a su alrededor, a sus familiares y descendientes, actuando como una correa de trasmisión de este legado a las siguientes generaciones.
Víctor López García
Médico gerontólogo
Médico escritor
Mayo, 2022