A las 7,45 salimos de Alcalá, pero no llegamos a Madrid hasta las 9 debido a la lluvia y como consecuencia de un accidente.
Durante el trayecto, y como es habitual, Manuel empezó contando parte de nuestro recorrido por Ávila. Su dilatada historia comienza con el asentamiento celtíbero de los vetones. La ciudad más alta de España, atravesada por el curso del río Adaja.
Antes de la primera parada pudimos apreciar parte de la grandiosa Muralla. Cerca militar románica que rodea el casco antiguo de la ciudad. Es el monumento más destacado que acoge la ciudad. Raimundo de Borgoña, (yerno de Alfonso VI) fue el encargado de supervisar la construcción sobre las ruinas de la antigua fortificación romana.
Por los alrededores de la catedral hicimos la primera parada “mingitoria”. Después del cafetito y los churros comenzamos nuestra andanza por la ciudad.
El recorrido comienza delante de la primera catedral gótica de España. Se erige sobre los restos de un primitivo edificio dedicado a El Salvador iniciada en el S.XII, en el románico final de transición al gótico.
En el interior, el trascoro nos sorprende. Es una pieza renacentista dividida en tres calles mediante pilastras decoradas “a candelieri” entre los que aparecen los altorrelieves de: ”La Presentación en el Templo”, “La Adoración de los Reyes”, con su rey negro, representando el Continente Africano y “La matanza de los Inocentes”. En las entrecalles hay escenas en medallones. El abrazo de San Joaquín y Santa Ana, y la visitación. Plateresco del siglo XVI.
También a nosotros, los magos nos obsequiaron con una fabulosa música procedente del órgano barroco de la catedral.
A continuación disfrutamos de otra magnífica obra. En la parte trasera del altar mayor se encuentra el sepulcro de “El Tostado” obispo de Ávila, Alonso de Madrigal, realizado en alabastro por Vasco de la Zarza. El obispo se encuentra sentado y en actitud de escribir sobre un atril, vestido con una rica capa pluvial y mitra.
Como curiosidad, Manuel nos señala que una de las figuras femeninas, está dando el pecho a un niño.
Otra pieza magnífica es el altar de Stª Catalina. Está decorado con multitud de aves, sátiros, ángeles y grutescos propios del renacimiento. En el cuerpo central se encuentra Stª Catalina de Alejandría con bellos pliegues en movimiento en su túnica o manto gracias a un ligero contraposto de la imagen. En su parte derecha aparece la representación de unas púas pertenecientes a una rueda y con una espada en la mano, siendo ambos los instrumentos de su martirio. Bajo sus pies aparece Majencio vencido por la sabiduría de la santa que sostiene en sus manos un libro como símbolo de su saber.
En el Altar la pintura abulense se inicia a manos del pintor Pedro Berruguete representando a los cuatro doctores de la iglesia y a los evangelistas. También son las dos tablas de la parte superior izquierd en las que se inicia el Ciclo de la pasión de Cristo, siendo estos los de la oración en el Huerto y la Flagelación Fue Juan de Borgoña quien termine el conjunto en un estilo plenamente cuatrocentista, frente al estilo Gótico y Flamenco de los anteriores, el Nacimiento y la Anunciación. El sagrario de alabastro es obra de Vasco de la Zarza.
El coro es una pieza renacentista organizada en dos órdenes de asientos en madera de nogal. En la primera fila se desarrollan la vida de algunos santos. Arriba aparecen magníficos grutescos de genios, figuras atribuidas a Isidro de Villoldo.
En el Museo Diocesano pudimos ver una monumental custodia procesional de Juan Arfe y un lavatorio de jaspe duro. Y como siempre, Manuel nos sorprende asegurándonos que las capas no las bordan las monjitas, lo hacen los frailes. ¡Ahí queda eso!
Y como la cultura da mucha hambre nos fuimos a comer al restaurante “El Sol”.

Después, apreciamos el triple ábside como dogma de la Santísima Trinidad. Alzada sobre triple cripta San Miguel, Sabina y Cristeta, y armada con “arenisca sangrante “. Este ábside aparece representado con el rey Alfonso VII en el escudo de la ciudad.
En la puerta de las Mulas, nos enteramos de la las bondades de S. Pedro del Barco, y su mula. Desde allí, y con el “fresquito” típico de la zona, nos esperaba una bonita sorpresa. En el rincón de la fachada del Palacio de los Verdugo, nos sorprende un Verraco. Este palacio va a ser sede y taller de restauración del museo del Prado.
Caminamos hasta la plaza del Mercado Chico construida sobre un foro romano de origen musulmán. Plaza porticada en la que se encuentra el Ayuntamiento y donde nuestro magnífico guía nos aconsejó algunos lugares para degustar buenas “tapas”. Detrás podemos ver la iglesia de S. Juan Bautista donde fue bautizada la Santa y conserva su pila bautismal.
A continuación, nos detuvimos en el Torreón de los Guzmanes. Hoy sede actual de la Diputación Provincial de Ávila, de edificación renacentista.
Por otra parte, pudimos admirar el Palacio de los Condes de Superunda, de planta cuadrada con dos torreones y dos plantas.
En nuestro recorrido con estos rincones de aspecto medieval, nos encontramos en la Plaza de Santa Teresa donde se encuentra el convento homónimo construido sobre la casa natal. Con una capilla y un huerto en el que ella jugaba.
La casa más sorprendente del entorno es el Palacio de los Dávila. Es una recia fortaleza. Destaca el conjunto por sus almenas y por una ventana de origen renacentista. Con su inscripción. “Donde una puerta se cierra otra se abre…. ya que no una puerta una ventana.
Bordeando la muralla llegamos al Paseo del Rastro; mientras Manuel nos contaba una leyenda del S.XIX nos llamó la atención una bandada de pájaros volando. El nos dijo que eran córvidos.
Por último, desde la Puerta del Alcázar, contemplamos la Plaza del Mercado Grande, lugar donde se celebraba el mercado una vez al mes tanto de ganado como de verduras.
Y, así como dice un poeta abulense: (José Belmonte Díaz)
Ávila, mística y guerrera, ciudad de Caballeros y santos, cuna de Sancho Dávila, Stª Teresa los Comuneros, S. Pedro de Alcántara, S. Juan de la Cruz.
Ávila ciudad donde se mezclan monasterios y palacios, piedra y pasión, corazón y coraza, dureza y ternura, combate y amor.
Termino de contaros cómo fue este agradable día y, aprovecho para dar las gracias a la Asociación AUDEMA por el esfuerzo que ponen en cada una de las actividades y, por supuesto, a Manuel que tantas enseñanzas nos da.
Alcalá de Henares, 28 de octubre de 2015























