Imagina que atas un objeto en el extremo de un hilo y que, desde el otro extremo, lo haces girar alrededor de tu mano con movimientos circulares. Eso es exactamente lo que sucede con el movimiento lateral de los planetas: Al girar el objeto constantemente lo estás atrayendo hacia tu mano, de la misma forma que el Sol atrae a los planetas hacia sí. La velocidad de ese giro es lo que hace que el objeto, en lugar de caer por culpa de la gravedad, de vueltas alrededor de algo.