La sociedad debe plantearse no que se puede hacer con los mayores, si no que pueden hacer las personas mayores para la sociedad, aprovechando así, a través de la educación, el capital que aportan. Una de las premisas básicas de la educación permanente es pasar de una educación “para la vida” hacia una educación “dentro de la vida”. La inteligencia todavía es moldeable. La educación de las personas mayores debe dejar de ser marginal, ya que constituye un modo de expresión y desarrollo individual que no puede quedar limitada a una minoría.
Persona y educación son inseparables, siempre que el ser humano opte por lo bueno y valioso, ante la pluralidad de posibilidades que se le ofrece.