REFLEXIONES
José Rodríguez Sánchez
Presidente de ALUMA Universidad de Granada.
Y un día se desbarataron todos nuestros planes. En un abrir y cerrar de ojos, sin apenas darnos cuenta, nuestro mundo cambió. Un cambio atroz. Terrible. Aquello que antes parecía importante, de repente solo es algo lejano. ¡Qué lejos veo
el programa de actividades que con esmero había preparado nuestra Asociación! ¿Qué va a pasar con el Concurso de Pintura, el encuentro de Sedes en Ceuta, las Jornadas Interuniversitarias en Salzburgo, el viaje a Turquía y nuestra Tertulia Poético Literaria de los martes? ¿Podremos organizar la entrega de premios, la comida de fin de curso y el crucero por el Volga? Me escucho a mi mismo y me doy cuenta de que ya no es transcendental. Nuestras prioridades y preocupaciones han cambiado por completo. Solo quiero despertarme de esta pesadilla mañana y que todo haya acabado, que no haya nuevos contagios y que no muera nadie más. Solo quiero pasear sin rumbo por la calle, dejar de temer respirar el mismo aire que otra persona.
Todo esto voy pensando, en el retiro obligado por la pandemia, que nos ha invadido. Pienso en un ayer cercano, memorias de tiempos felices, que quizá no aprecié lo suficiente. Parecen un sueño las tardes de clase, las charlas con los compañeros frente a un café, las risas por los pasillos, las horas de oficina en ALUMA, la cerveza en la terraza del bar…
Los recuerdos de aquella vida cotidiana ahora son una ensoñación y la pesadilla se ha transformado en realidad. Estamos recluidos en casa. Nuestra pequeña y gran contribución en la lucha contra el virus.


