Comunicarse hoy
En su magnífico libro “¿Cómo hacer que te pasen cosas buenas?, su Autora, la Sra. Marian Rojas Estapé hace un acertado mensaje del mundo de hoy.
Dice, entre otras cosas: “El mundo está enfermo, sufre de estrés crónico”.
La proliferación de Técnicas de Relajación, Yoga, Mindfulness, etc. son buena prueba de ello.
Yo me inclino a creer que, si no todas, la gran mayoría de nuestras relaciones son “muy por encima”.
El acontecer diario está lleno de “frases hechas” que se incrementan ostensiblemente si el acontecimiento es en fechas determinadas.
“Feliz Navidad”, por ejemplo, está tan “ronroneado” que perdió su valor, su esencia. Se suelta, en la época de ello, con tanta facilidad que deja de tener sentido. Incluso se lo dedicamos a nuestro desconocido vecino y lo adornamos con una falsa sonrisa, como si aquí no pasara nada. “Puritito” postureo.
Es algo así, como un “no quedarnos atrás”, algo parecido a ponernos el bañador cuando vamos de playa.
Los temas van muy bien si no hay “contrariedades de la vida” a la vista, porque de haberlas, se nos da muy bien el “echar balones fuera” o “dar el esquinazo”.
Si una enfermedad, por ejemplo, se presenta, lo adornamos con un “si necesitas algo, ya sabes, para eso estamos”. Pero como necesitar, necesites, seguro que la cosa no queda tan simple, siempre habrá una sarta de evasivas o excusas, que se justifican holgadamente. O sea, era como “un quedar bien” de principio, para retratarnos de final en que la hipocresía y el “querer rellenar el expediente”, eran el tono que subyacía de inicial.
¿Qué queda de aquellas humanas relaciones?, de aquella comunicación de intensa familiaridad, vecindad………rescoldos.
Son como esas fotos que han amarilleado con el paso del tiempo.
Se miran, tal vez con nostalgia, sabiendo que tenían su parte positiva, si bien a la marcha del mundo de hoy, se nos antojan como desprovistas de sentido o de “glamour”.
Ya preferimos mimetizarnos con la mayoría y seguir camino, quizá sin habernos dado cuenta de que “nada hay que tenga 1 sola cara”, que todo tiene –lo queramos ver o no- un efecto “boomerang” y que hoy es aquél, pero mañana puedo ser yo mismo.
Entonces será cuando nos demos cuenta, cuando caigamos del “guindo” e interioricemos que no todo se arregla con un mensaje o un “WhatsApp” por muy acertado que lo adorne el “emoticono” de turno.
¿No? Paciencia.
Sólo hace falta que el propio tiempo haga su propio trabajo.
Carlos LLoréns Fernández.
Universidad de Mayores
Universidad de Vigo