¿Una vida sin proyectos?
Cayó en mis manos un artículo de Psicología, a inicios de este 2.021
El tema partía de un término japonés que desconocía. Se trata de la palabra “ikigai”. Venía acompañado de su traducción correspondiente. Algo así como: “propósito vital”.
A raíz de comenzar un nuevo año, solemos auto-proponernos un montón de proyectos, muchos de los cuales acaban en nada o en casi nada.
Pasada la euforia inicial, enseguida cedemos paso, nuevamente, a las tareas obligatorias y perentorias de cada día, y todas aquellas propuestas se van relegando o quedando al margen.
Para definir ese estado de quietud, que acabará en inquietud, el Diccionario de la R.A.E. nos inunda de unos cuantos vocablos que no voy a reiterar.
365 días que tiene un año, son 365 posibilidades.
Tal vez anclarnos no resulte ser la mejor de las opciones. Y sí, sería deseable, irnos marcando pequeñas metas y, además, llevarlas a término.
No se trata de grandes gestas, sino de pequeños goteos que, al recuerdo de su cumplimiento, nos hagan sentir en mejor estado de ánimo.
No se fíen, por mucho que nos machaquen en ello, que aprenderemos el idioma ruso en el trayecto aéreo a Moscú.
Tampoco que plantaremos algo hoy y lo exportaremos mañana. Todo requiere su tiempo.
Sé que vivimos a contra-reloj, con una prisa que las más de las veces no nos lleva a ningún lado. Parecemos instalados en una carrera de obstáculos y que los tenemos que salvar todos. Ni a los mejores atletas les ocurre eso. Tratan de superarse para la siguiente prueba y ese camino está repleto de “sinsabores”. Los más constantes, sin embargo, continúan adelante.
Si no figuramos entre los 3 primeros puestos de unos Juegos Olímpicos, tampoco pasa nada. Diría que nos quedará la satisfacción de haberlo intentado, de haber superado la contrariedad y que eso nos prepare para lo siguiente que tenga que acontecernos.
Los seres humanos estamos dotados de recursos. Ante lo desconocido e incluso ante lo conocido, solemos intuir e incluso conocer una vía de salida.
Que esta crisis que estamos viviendo, que este desconcierto no acaben tumbando nuestras expectativas.
De verdad, fijarse metas, objetivos, horizontes, por minúsculos que parezcan, no es una tarea de titanes. Puede que sea nueva oportunidad para salir de ese círculo en el que nos encontramos.
En Física se emplea el término “par de fuerzas”.
Vendrían a ser, por un lado, la motivación de interesarse por algo y por otro lado, la comodidad que nos impulsa a quedarnos inertes, regados por el desánimo y el pensamiento de ….¿para qué?.
Probemos, incluso a costa de que lo que proyectemos no se cumpla o que se cumpla sólo en parte.
Siempre nos quedará la satisfacción interior, ese cajón de sastre donde se amontonan las vivencias, unas y otras, las buenas y las no buenas.
Un buen pensamiento, o su recuerdo, arregla lo que no arregla el mejor de los preparados químicos. Al partir de nosotros, de guardarlo nosotros y conservarlo nosotros, le otorgaremos carta de importancia. Puede que no notemos inmediatamente los efectos. Dejemos que el tiempo haga su trabajo.
Ni esperemos una y otra vez en que siempre habrá alguien presto a sacarnos las castañas del fuego.
En el intermedio dosis de paciencia, constancia, esfuerzo, superación… y mucha esperanza en que pase de nuevo el tren que perdimos la vez anterior, por no haber sabido llegar puntuales al andén de la estación.
CARLOS LLORÉNS FERNÁNDEZ.
Universidad de Vigo
(310321LD)