

Entre las actividades culturales que organiza ADAMUC, la asociación de alumnos mayores de la universidad Complutense de Madrid, una de las más populares con los socios son las visitas guiadas mensuales que esperamos volver a disfrutar en cuanto el Museo lo permita.
Quizás nadie como los poetas han sabido expresar la belleza de la pintura, y quizás nadie como un poeta español ha expresado mejor toda la belleza contenida en el Museo del Prado, uno de los más emblemáticos edificios de Madrid. Se trata de Rafael Alberti (Puerto Santa María, Cádiz 1902-1999) que en su libro “A la pintura” dice así:
“¡El Museo del Prado! ¡Dios mío! Yo tenía
pinares en los ojos y alta mar todavía
con un dolor de playas de amor en un costado,
cuando entré al cielo abierto del Museo del Prado.
¡Oh asombro! ¡Quién pensara que los viejos pintores
pintaron la Pintura con tan claros colores;
que de la vida hicieron una ventana abierta,
no una petrificada naturaleza muerta,
y que Venus fue nácar y jazmín trasparente,
no umbría, como yo creyera ingenuamente!
Perdida de los pinos y de la mar, mi mano
tropezaba los pinos y la mar de Tiziano,
claridades corpóreas jamás imaginadas,
por el pincel del viento desnudas y pintadas
Efectivamente, el edificio diseñado por el Arquitecto Villanueva como Gabinete de Historia Natural y que por curiosos destinos llegó a ser Museo de Pintura, contiene los más hermosos y representativos cuadros sobre el desnudo de toda la pintura universal.
Pero lo mismo que debemos la creación del Museo a una culta reina de breve vida y breve reinado, como fue Doña Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII, la supervivencia de esta riquísima colección de desnudos se la debemos a Anton Raphael Mengs (Chequia 1728-Roma 1779), un pintor a quien deberíamos estar eternamente agradecidos por ello. Fue pintor de cámara del Rey Carlos III, el ilustrado rey Borbón que, no obstante, en 1762 le pidió “que se pasase por el Retiro y el Palacio Nuevo e hiciese una selección de los cuadros que mostraban demasiada desnudez para mandarlos quemar”… Afortunadamente Mengs se atrevió a desobedecer al Monarca, con todo el riesgo que ello implicaba, y con ojos y criterios de pintor y no de censor, trasladó a su propia casa los lienzos “condenados”. Entre él y el Marqués de Esquilache lograron salvarlos argumentando al Rey que servirían para la enseñanza técnica de otros artistas… Las obras “indultadas” pasaron a ocupar lugares apartados y vedados, pues había caído sobre ellas el peso de la prohibición y la censura (1).
(1) Datos obtenidos en el libro «El desnudo en el Museo del Prado», en el capítulo titulado «De salas reservadas y otros paraísos cerrados» de Javier Portús p. 57, y que han sido a su vez obtenidos en el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, nº 57, en un artículo de Narciso Sentenach titulado «Cuadros famosos condenados al fuego».
Pero curiosamente, y aunque fuese por distintos motivos, los vitalistas cuadros de esplendorosos desnudos continuaron juntos, como cuando Felipe II los coleccionaba orgullosamente en su cámara privada, especialmente los realizados por Tiziano, (cuyos motivos mitológicos sacados de la Metamorfosis de Ovidio, les prestaba el título de “poesias”) como la maravillosa Dánae, y Venus y Adonis o Venus con el amor y la música… Felipe IV fue otro gran mecenas del Arte, que amplió notablemente esta colección privada y la trasladó a un lugar muy seguro del Alcázar, protegida por unas bóvedas llamadas de Tiziano que, sin duda, las salvaron del pavoroso incendió que prácticamente destruyó el viejo Alcázar en la Navidad de 1734 cuando ya reinaba en España la nueva dinastía Borbón, con Felipe V.
Salvados los cuadros pero encerrados, como hemos visto, a partir del reinado de Carlos III, terminaron pasando todos los de esta temática a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en 1792, con la autorización de Carlos IV, basándose nuevamente en que la calidad artística y el armonioso empleo del color en la representación del cuerpo humano, les hacía idóneos para la enseñanza… aunque al haberse convertido en objetos rechazados por la moral, su contemplación y estudio era muy restringida.
En 1827 el Museo del Prado, inaugurado en el 1819, reclamó a la Academia sus más de setenta obras de desnudo aunque, durante más de diez años, siguieron ocupando las llamadas “Salas Reservadas” con muy difícil acceso, si no se contaba con especiales permisos. Hoy, repartidas por numerosas salas, podemos contemplar las maravillas de Durero, de Tiziano, de Rubens, de Tintoretto, de Brueghel, de Van Dyck, de Guido Reni, de Carraci… Y también podemos añorar a la sin par Venus del espejo de Velázquez, adorada en Londres, e intentar descubrir el misterio de las dos majas de Goya, la vestida y la desnuda.
Guido Reni (Bolonia 1575-1642) pintó el tema de Hipómenes y Atalanta, narrada en la Metamorfosis de Ovidio. Atalanta temía un oráculo que le había anunciado que cuando se casara se convertiria en un animal… Por tanto y sabiéndose vencedora, retaba a todos sus pretendientes a ganarla en una carrera… Pero Hipómenes fue aconsejado por Venus de que arrojase sucesivamente al suelo tres manzanas de oro, de las que se encapricharía Atalanta y le permitiría vencerla. Asi sucedió. Y enamorados ambos se fueron a celebrarlo al templo de Cibeles consumando allí su amor… lo que fue considerado por la Diosa como un gran desacato y los castigó convirtiéndoles en leones que para siempre tiran de su carro tal y como los vemos en la Fuente de la Cibeles en Madrid.
Precisamente para el 2 de abril de este año, la Casa de la Moneda tenía prevista una gran exposición en su Museo titulada ROBERTO MICHEL.
EL ESCULTOR DEL REY, y cuyo cartel anunciador son pecisamente estos dos leones. Tuvieron que suspenderla, pero el pasado mes de julio la han abierto y quieren mantenerla hasta finales de noviembre.
Son visitas individuales, gratuitas, sin guía, pero a su inicio tienen un video muy ilustrativo sobre toda la obra de Roberto Michel. La exposición es amplia y muy bien presentada.
La Real casa de la Moneda, Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, está situada en la calle del Doctor Esquerdo 36 (28009 Madrid). Teléfono 91 566 65 44
María Rosa Fernández Peña
Miembro de la junta directiva de ADAMUC, responsable de los paseos culturales guiados por Madrid
Universidad Complutense de Madrid