

Éramos felices en nuestro particular Jardín de Edén sin ser conscientes de ello, hasta que fuimos expulsados.
Pasado
Hace una eternidad, en marzo, se cerraron las aulas y nos mandaron a casa con la consigna de no salir de ella. Confinados, según la terminología oficial, por ser grupo de riesgo en la pandemia de la Covid-19 que ya asolaba España.
Fue duro, muchos de nosotros vivimos solos y la falta de relaciones personales y familiares, no siempre fue fácil de sobrellevar. La tecnología nos ayudó. Quien tiene y sabe disponer de ella, claro. En cualquier caso, el teléfono estuvo muy activo. Sobrecogidos por la magnitud del desastre, en las residencias morían diariamente un numeroso grupo de ancianos, (según un informe de la Seguridad Social publicado por El País, en septiembre contabilizaron 40.000 pensionistas menos, entre jubilados y ayudas por viudedad) hacíamos repaso por si alguno de nuestros compañeros había sido afectado. Que sepamos solo uno. Rezamos por él y mirábamos con esperanza a través de las ventanas, para ver surgir la primavera, porque con el calor, la dichosa y mortífera enzima se tomaría un respiro.
Cuando nos anunciaron que “Habíamos vencido la pandemia”, “Salimos más Fuertes” y otras frases cargadas de ánimo, nos las creímos. Además, en nuestra libertad vigilada, ya podíamos pasear y ver a una distancia prudente a nuestros hijos y nietos. Nos sentíamos supervivientes del diluvio, de una catástrofe universal y empezamos a hacer planes para septiembre. Cuando la “nueva normalidad” nos llevaría a la antigua.
Presente
Estamos en el punto de partida. Madrid, la ciudad donde vivimos está en máxima alerta. Dan ganas de llorar de rabia, de pena.
Pena si, mucha. La Universidad de Mayores Comillas había abierto la matricula y aunque con algunas bajas, los alumnos formalizaron su vuelta a clase. Un retorno con todas las garantías sanitarias, que a pesar de lo molesto de la mascarilla, nos compensaba por reencontrarnos con profesores, compañeros, y amigos.
La vuelta a las aulas ha sido suspendida y aunque nos proponer recibir los temas online, no es lo mismo. Cunde el desánimo.
Si ya nos perdimos la graduación de 5º curso, los actos en torno a la celebración del XX Aniversario de la UMA, excursiones y salidas a teatros y conciertos, ahora no podremos dar la bienvenida a los alumnos de 1º, escuchar el concierto de nuestro coro “Acordes Mayores” con el que se les acoge, ni asistir a la Eucaristía por el fallecimiento de compañeros que nos han dejado, aunque no a causa del coronavirus, si no de otras patologías. Un recuerdo emocionado para María Jesús Lezcano, Soledad Retenaga, Augusto Berutich y Carmen Vela. Descansen en Paz.
Menos mal que tenemos AUDEMAC
Futuro
La Asociación de Alumnos y Antiguos Alumnos de la Universidad Pontificia Comillas, AUDEMAC- Comillas, siempre ha estado pendiente de nosotros. De marzo a junio con comunicaciones diarias, que además de su interés, servían de nexo de unión entre los socios. En septiembre nos informó de los cursos prácticos que CAUMAS impartía a través del Canal Senior sobre nuevas tecnologías – correo electrónico, WhatsApp etc., como antes participó las conferencias que profesores de todas las universidades de mayores de España, dictaban desde este medio. Nuestra querida profesora Lola Silvestre nos representó a nosotros
La Junta directiva de AUDEMAC se ha reunido telemáticamente y aunque sus decisiones no han trascendido, si sabemos de la incorporación a la misma como apoyo al Secretario, de Ana Díaz Navarro, brillante alumna de la UMA.
Antes de las últimas noticias sobre el cierre del centro universitario, AUDEMAC-Comillas nos invitó a ir al teatro, hacer senderismo, jugar al golf… y hacía planes para reunir al coro, grupo de teatro y no abandonar a los niños en riesgo de exclusión a los que en cursos anteriores ayudaban a hacer los deberes.
“En tiempos de incertidumbre no hacer cambios” decía San Ignacio de Loyola. Nosotros, haya o no actividades, permanecemos fieles a nuestra universidad y Asociación. Volveremos cuando esto pase, que pasará, a hacer realidad los planes aparcados. Mientras, AUDEMAC sigue trabajando y juntos haremos frente a esta contingencia que creíamos superada. Los socios esperamos, confiamos y apoyamos a AUDEMAC –Comillas, porque AUDEMAC somos todos.
Texto: Alicia López Budia
Fotografías: Bruce Taylor