LA CARA “B” DE LAS COSAS
LA CARA “B” DE LAS COSAS
La base de la Psicología, su función, es el estudio de la conducta.
No le interesan los “números”, sino las “vivencias”.
La Psicología HUMANISTA, se basa en la Personalidad. Y debemos entender por Personalidad el dualismo entre Temperamento y Carácter.
Los Humanistas fijaron su base en el hombre “autorrealizado”, al contrario del Psicoanálisis, que incidía en el hombre “enfermo”.
Menos psicopatología y más recursos.
Aceptemos que ante un estímulo hay una respuesta, aunque esta respuesta pueda resultar distinta en unas personas y otras.
En otro orden está la Ley de la Causalidad. Ante una causa hay un efecto.
Viene a ser algo así como el llamado efecto “boomerang”. Se lanza, pero acaba regresando.
No pensemos que somos invulnerables. No, no lo somos.
Como individuos sociales, creo que nuestro papel es una doble contribución: la personal y en la colectividad.
A nadie se le escapa (o a casi nadie) que los tiempos cambian. O tal vez debiera matizar que somos los propios humanos quienes contribuimos a esos cambios.
Que la Historia es, aparte de sus propios hechos en sí, el archivo del que debiéramos echar mano:
Para que nos sirva de referencia.
Para que, en ese hipotético futuro, no volvamos a cometer similares o idénticos errores.
La experiencia nos va demostrando que, en la medida que proceda, no hemos seguido sus dictados. Pareciera que tomáramos las cosas “prendidas con alfileres”, en lugar de con acertada dosis de seguridad.
O que sostuviéramos la vida como “un niño sus juguetes”.
Los conflictos, cualquiera que fuese su causa, tienen un “a priori”. Es como ese tiempo de estudio que debiera acabar en una solución tan pacífica como justa.
Acometer actos indiscriminadamente, sea cual fuese su objetivo es deleznable. Impropio de un humano.
Debiéramos haber aprendido a estas alturas que las guerras no son una solución. O en todo caso que son “una mala solución”.
Que existen otros cauces.
Entender que la acera de enfrente es aquélla. Pero para quien está allí, es ésta. La dualidad de los Derechos.
Al final acabaremos interiorizando que los fallos son como ese “péndulo”, cuyo movimiento es “un ir y venir” periódicamente realizado.
Que lo que va, nos vuelve, sin saber cuándo, ni saber dónde.
A eso denomino yo “la cara B de las cosas”.
Carlos LLoréns Fernández.
Asociación Aulas de Formación Aberta
Universidad de Vigo