LA EDUCACIÓN MUSICAL SISTEMATIZADA EN LA EDAD ADULTA
La educación de adultos ha sido propuesta por la UNESCO como medio para fomentar la inclusión social y el bienestar de las personas mayores, adaptando metodología y contenidos a sus características, contexto y necesidades.
El retiro implica en muchos casos un cambio en la identidad personal y ajustes sociales que coinciden con una reconceptualización individual de la propia imagen y el sentido del lugar en el mundo. La libertad que acompaña al retiro puede enriquecer la vida pero a la vez contribuir a las ansiedades que habitualmente acompañan las incertidumbres y las elecciones. Una orientación positiva del tiempo libre en el adulto mayor retirado o a punto de retirarse, da una vida nueva y ha de ser un compromiso que no sólo atañe al individuo sino también a la sociedad en la cual está inserto, la cual, mediante instituciones adecuadas, debe fomentar y desarrollar programas destinados a ello. Una nueva actividad colaborará en la construcción de una nueva identidad, fortalecida por la nueva socialización y por la visión como parte de un nuevo contexto, compatibilizándolo con los nuevos roles de la vida adulta (abuelazgo, cuidado de padres muy mayores, etc). El objetivo final es “sentirse bien”, ese ideal que vinculamos con el estado de bienestar físico, emocional, mental y social que llamamos “salud”.
Las actividad artísticas en general y la música en particular, promueven el bienestar de las personas y es un recurso eficaz en la adquisición y fortalecimiento de lazos sociales y operaciones cognitivas y afectivas a toda edad. Escuchar y sobre todo hacer música provee de modos de entender y desarrollar la identidad, el bienestar y la autoestima (muchas veces degradada en la adultez por la falta de habilidades), y contribuye a: envejecimiento positivo, sentirse competente, fluencia verbal, memoria, independencia, alejar sentimientos de aislamiento y soledad, plenificación y planificación del tiempo, estimulación y motivación, felicidad interior, contención, creatividad, aumento de los niveles de energía, reducción del estrés y mantenimiento de las funciones físicas y cognitivas. Además, la ejecución instrumental ayuda a liberar los dedos de artritis, mantenimiento del tono muscular, lateralidad, mejoramiento cardíaco y respiratorio, una visión más juvenil de la vida, descubrir nuevas obras, recordar antiguas, aprendizaje continuo, probar lo nuevo, mezcla de lo conocido y lo desconocido, de lo esperable y lo inesperado, sostener sueños para el futuro y la apertura a nuevas posibilidades. Las experiencias estéticas del pasado y del presente, asociadas a obras musicales, están inseparablemente ligadas a ciertas experiencias vitales. Hacer música cantando o tocando un instrumento, es un modo de expresar nuestro interior profundo. Iniciar o retomar la práctica instrumental o vocal, además, mediante la participación en ensambles corales e instrumentales, fortalece vínculos sociales, identitarios y de pertenencia.
Sin embargo, ese sueño por cumplir, puede quedar truncado debido a que el acceso al aprendizaje de la música y a la ejecución instrumental y vocal está circunscripta a escuelas públicas o privadas cuyo alumnado es mayoritariamente gente joven, y tanto la metodología como los tiempos de aprendizaje, se aplican a las destrezas y habilidades motrices de esa franja etaria. Queda para los mayores el tomar clases aisladas con profesores particulares, en la soledad de sus estudios, sin contacto con pares, o integrar un coro de mayores en los cuales poca música se aprende (aunque muchas músicas) y mucho menos aún educación vocal. Cuando hablamos de educación musical para mayores no nos referimos a actividades de musicoterapia sino a una verdadera y completa educación musical para mayores autónomos e independientes, cuyas posibilidades no son distintas a las de los jóvenes aunque el punto de partida sea diferente. No sólo porque puede haber condicionamientos sicomotrices y a veces cognitivos sino también, desde el lado positivo, porque hay una vida entera de vivencias musicales, de audición melódica, armónica, rítmica, de género y estilo, de estéticas y emociones, que activarán la memoria auditiva e histórica y que pueden hacer más fáciles la comprensión de ciertos elementos técnicos de la disciplina musical. Además, una mayor capacidad de abstracción, atención y focalización permite al adulto concentrarse en metas a corto plazo con mayor compromiso.
Pero algunas sombras pueden surgir: si podré aprender a esta edad, si tendré la capacidad, el miedo al ridículo de una audición, el tiempo que debo invertir, las exigencias del aprendizaje, cuándo estaré preparado para tocar algo digno de ser oído (una perspectiva más corta de la vida juega un papel fuerte en este caso) y, principalmente, dónde ir para aprender. La inexistencia de escuelas de música para mayores no revela tanto la falta de interés de los mismos en la educación musical como la falta de sensibilidad de los distintos estamentos y organizaciones en este área, una deuda pública que el Programa para Universitarios Mayores puede contribuir a saldar.
La mayoría de las carreras de las Universidades de Mayores tiene música como materia teórica con poca práctica, historia, conceptos, escucha activa, educación auditiva, análisis formal básico, lenguaje musical, coros (como instrumento y socialización) y musicoterapia. A excepción de Coro (en general más tendientes a la socialización que a la música) no hay en nuestro programa un hacer música mediante el aprendizaje instrumental sistematizado, unido a la teoría, mediante métodos de aprendizaje ad hoc para mayores. Es decir, un Programa de Educación Musical sostenido en el tiempo y no como simples materias o talleres de corta duración.
Entre las circunstancias que rodean a la educación musical, ha de tenerse en cuenta que un adulto, ya experto en otras lides, debe sentarse como un niño, como tabula rasa, ante el nuevo desafío de aprender o retomar un instrumento. El primer año será el más difícil: posturas corporales viciadas, nuevas habilidades, cuerpo agarrotado y torpe. Se ha de ser paciente, sin apuro, los métodos milagrosos no existen, con el tiempo del que se disponga, mientras va aumentando la confianza, el enamoramiento y la identificación con el instrumento y con el arte, identidad que también se pone en valor frente a los otros (la familia, los amigos, la sociedad). Para ejecutar una pieza musical, aún la más simple, es necesario procesar mucha información sincronizada y simultáneamente (notas, tempo, compás, dinámicas, expresión, etc.). Pocas actividades plantean situaciones tan complejas, con tantas operaciones, en tan poco tiempo y con la necesaria anticipación para poder operarlas a la vez, pues no son sólo exigencias mentales sino también físicas y expresivas. Por ello la práctica instrumental a toda edad pero en especial en la vida adulta, contribuye no sólo al desarrollo sino también al sostenimiento de la salud cognitiva, sicomotriz y emocional.
Realizar clases grupales, sobre todo en el inicio del aprendizaje, que es la parte más dura, es de gran ayuda y el puntapié para futuras ejecuciones en ensamble. A la vez refuerza la asimilación con el rol que cada uno juega en el grupo, con su voz o su instrumento. La educación musical en la edad adulta no puede bajo ningún concepto obviar esta realidad, so pena de contribuir en lugar de compensar el aislamiento que muchas veces vive o siente quien está retirado de la vida laboral.
En resumen: los alumnos mayores pueden aprender distintos instrumentos y disciplinas (piano, guitarra, cuerdas, vientos, canto, coro, teoría, lenguaje y apreciación musical, etc.) en el contexto de sus habilidades y posibilidades propias, tanto motrices como cognitivas y de aprendizaje, con metodologías y tiempos propios de su edad, junto a la socialización con personas en igualdad etaria, quienes también estarán haciendo lo que tanto les gusta y que han postergado toda su vida. Finalmente, podrán mostrar su crecimiento y sus avances a familiares, amigos y a la sociedad en general, mediante muestras y conciertos y tener vínculos intergeneracionales con músicos más jóvenes en ensambles y coros.
Unas palabras deben dirigirse especialmente a los docentes de educación musical para mayores. Entender cómo la música puede facilitar el mejoramiento del bienestar requiere de personas con una sensibilidad especial a las necesidades de los otros. El reforzamiento de la enseñanza con palabras y gestos de motivación y estímulo es imprescindible en toda edad pero especialmente en la edad adulta. La persona mayor que pretende comenzar una nueva actividad de una significación tan alta para su vida como el aprendizaje de un instrumento, canto o coro, sabe que el desafío es muy grande. Los profesores, como significantes de la identidad musical y social de sus alumnos mayores, deben ser facilitadores no sólo del aprendizaje sino también de la gradual identificación y compromiso emocional con la tarea para la superación de sus dificultades. De lo contrario la falta de motivación hará que el alumno abandone la actividad. La formación general en áreas de la gerontología, la sicogerontología, la andragogía y la geragogía se hace imprescindible para el claustro docente de un programa de estas características.
Considero imperioso y urgente la necesidad de desarrollar Programas de Educación Musical específicos para mayores. Y la razón se funda en el propósito de la educación musical, en la consideración crítica de qué y por qué enseñamos música. Y en el desarrollo de la educación de adultos como parte del sistema educativo general y específico: educación e inclusión cultural y artística a lo largo de la toda vida.
Prof. Juanjo Cura Director Coro Aula Aberta
P.U.M. – Universidad de Vigo
Profesor en Filosofía y Ciencias de la Educación con especialización en
Bioética Director musical, cantante, pedagogo vocal y compositor
Miembro de: ICCF- International Choral Conductors Federation A.E.D.Coro
Asociación Española de Directores de Coros
A.Di.Co.R.A – Asociación de Directores de Coros de la República Argentina
Más información en http://www.juanjocura.com
Bibliografía
- Hays, Terrence. Trabajo de investigación: “Well-being in later life throug music”, School of Educación, Univ. of New England, Armidale, Australia.
- Vernia Carrasco, Ana Mercedes. “Evitar la exclusión en adultos: la educación musical para adultos en un contexto adecuado. Una estrategia de inclusión educativa”.
- Grace Etim Ekong y Felicia S.Ekpu: “Enhancing healthy ageing through music”. Departamento de Música y Departamento de Educación Física y Salud, Univ. de Uyo, Nigeria.
- Jambrina Leal, María Esperanza: “Música para mayores”. Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal. Grupo de Investigación en Educación Musical (GIEM). Facultad de Educación. Universidad de Extremadura, marzo de 2011.
- Dabback, William M.: “Music and identity formation in older adults”. Revista digital “Action, Criticism, and Theory for Music Education“, EUA, 2010.
- Bugos, Jennifer A. “The benefits of music instruction on processing speed, verbal fluency and cognitive control in aging”. University of South Florida, Tampa, USA
- Ana Mercedes Vernia Carrasco, Josep Gustems Carnicer, Caterina Calderón Garrido: “La experiencia musical en las personas mayores. Enfoques teóricos y buenas prácticas”. Revista Kairós Gerontologia, 19(2), São Paulo, Brasil, 2016