
En el primer cuatrimestre del curso 2021/2022 se estrenó, como profesor en el Programa Universitario de Mayores en la Uvigo, Antonio Giráldez Lomba, con la asignatura Historia de Galicia.
Con él recorrimos la geografía que condicionó la Historia de Galicia, el megalitismo, los petroglifos, la sociedad del Bronce, mitos y realidades entorno a la sociedad castreña, el legado celta de Galicia, el legado romano y el suevo; la Edad Media, la tumba de Santiago, Martín Codax y también el hambre, las guerras, la peste; la Edad Moderna, la encrucijada del siglo XVIII, los cambios sociales, políticos y económicos, la guerra contra Napoleón y entre liberales y absolutistas; en el siglo XIX la emigración y el galleguismo y, por falta de tiempo, dejamos el siglo XX sin revisar.
El último día de clase de Historia de Galicia lo celebramos con un remate de oro, la visita al Museo de Pontevedra.
El Museo de Pontevedra se extiende por la ciudad y está integrado en seis edificios: Ruinas de Santo Domingo, Fernández López, Castro Monteagudo, García Flórez, Sarmiento y Castelao.
El 27 de enero de 2022, los alumnos del profesor Giráldez, llegamos a Pontevedra en el autobús de la Universidad y cumpliendo los protocolos sanitarios comenzamos la vista en el edificio Castelao. Este edificio es una obra de nueva construcción inaugurada en 2013 y ocupa los terrenos de la que fue huerta del colegio jesuita, donde se encontraron restos de la antigua muralla de la ciudad, que quedaron a la vista y pueden verse desde dentro y fuera del edificio. Nos recibe en el vestíbulo de entrada la representante del departamento de Educación, María Tobío, que nos guiará en el recorrido.
Ese día, en el salón de actos, sito en el edificio Castelao, se celebraba el I Ciclo de Música de Cámara del Conservatorio de Pontevedra, por lo que, una vez atravesada la pasarela de cristal que une los edificios Castelao y Sarmiento, subimos en ascensor al primer piso del edificio Sarmiento, cuya construcción fue iniciada en torno a 1695 y finalizada en 1714 siguiendo las pautas del barroco internacional. Situado al lado de la iglesia de San Bartolomé fue sede del Colegio de la Compañía de Jesús. Posee un austero claustro de soportales cerrados y una suntuosa escalera en la esquina sudoriental que desde la planta baja conduce al segundo piso. Su inauguración definitiva como Museo será en 1984. Debe su nombre al Padre Sarmiento, que estudió de niño en el antiguo edificio jesuita.
Delante del tímpano de granito de San Martín de Moaña del s. XIII, comenzamos la visita siguiendo un orden cronológico. Del Paleolítico llagaremos hasta la Generación Nos.
Anónimo. Tímpano (Apoteosis de San Martín). Inicios del siglo XIII. Granito.
Atravesamos el pasillo que circunda el claustro y llegamos a las salas 1, 2 y 3
La sala 1 se agrupa en dos partes. La primera bajo el título de “De Nómadas a Sedentarios”, se centra en los períodos Paleolítico, Neolítico y Calcolítico. La segunda, bajo el título de “Guerreros, Metalúrgicos y Artistas”, se circunscribe a la Edad del Bronce.
Sala 1
Sala 2, “Poblados y Casas Circulares”. Está centrada en la Edad del Hierro (800-60 a. C.). El hombre se hace sedentario y surgen los castros, poblados estables fortificados situados en lugares estratégicos.
Sala 2
La extracción de oro de sedimentos de los ríos con la técnica del bateo suministró la materia necesaria para la elaboración de joyas en las que se combinaron las prácticas heredadas de la Edad del Bronce con la introducción de nuevas técnicas de influencia mediterránea, como el uso de la filigrana –hilos finos- o del granulado –pequeños gránulos que se unen mediante soldadura-. La plata y el bronce también fueron metales que se utilizaron para la fabricación de varios elementos de adorno personal.
Se expone el Tesoro de Caldas del que se conservan un peine, tres vasos, Ara a Edovius recientemente localizada en Caldas de Reis, veintiocho anillas-lingote macizas, tres lingotes-barra y seis fragmentos de lámina de tiras, la mayor acumulación de oro –14,9 kg de los más de 25 originales– conocida en la prehistoria europea) se entienden dentro del modelo desigual de organización social de los tiempos de la introducción de la metalurgia
Tesoro de Caldas
En la sala 3 está la exposición “Llegaron del Este”, centrada en la importante presencia de los romanos en nuestra tierra. Los contactos de Roma con los pueblos del noroeste peninsular se remontan a la segunda mitad del siglo II a. C., mediante expediciones militares y contactos comerciales, especialmente en el área de las Rías Baixas. No obstante, la influencia romana fue mucho más rotunda con la conquista y la pacificación efectiva del territorio por obra del emperador Augusto en el año en el año 19 a. C.
Subimos por la imponente escalera de piedra, construida en 1722, que comunica la planta baja del Edificio Sarmiento con la planta primera y con la planta segunda.
En la segunda planta se ubican diversas colecciones cerámicas y el legado Sánchez Mesas-Fernández de Tejada.
La sala dedicada a la cerámica de Sargadelos del siglo XIX muestra una selección de las casi 600 piezas que conforman la colección del Museo, una de las más importantes que existen consagradas a la producción de la factoría fundada en 1804 por Raimundo Ibáñez en el municipio de Cervo (Lugo). Esta iniciativa tuvo a favor parte de su infraestructura siderúrgica y, sobre todo, la calidad sobresaliente de los yacimientos de caolines existentes en las proximidades de Sargadelos. Esta fue la primera fábrica de loza moderna creada en España por iniciativa empresarial de carácter particular, convirtiéndose además en la pionera en la introducción en nuestro país del sistema de fabricación de loza fina.
En la segunda etapa José Ibáñez se asoció con Antonio Tapia para constituir la empresa Ibáñez y Tapia el 19 de mayo de 1835. Con la dirección del francés M. Richard, llegado desde Turín, apostaron por la fabricación de loza fina en color blanco pintada a mano. También abordaron las primeras pruebas de estampación y policromía.
Fuente de Sargadelos de la 3ª etapa
En el año 1845, Luis de la Riva y Cía., de Santiago de Compostela, arrenda la administración de Sargadelos a la familia Ibáñez. Más de 1.000 familias llegaron a trabajar para la fábrica en 1849, de donde salían 205 carros y 22 buques de cabotaje con más de 100 hornadas de loza. Cuatro hornos distintos, 30 estufas, molinos, nueve grandes talleres, ocho prensas… verdaderamente fue la época dorada del primer Sargadelos. Entonces, se alcanzaron calidades y variedades excepcionales de vajillas y figuras bajo la dirección del británico Edwin Forester. Su maestría se debe a la introducción de la loza llamada china opaca o semichina, diferenciada por la calidad de su factura y por la decoración con motivos florales, estampados en sepia y castaño y pintados con pincel en verdes, azules, amarillos y rosas. La familia Ibáñez recobra la gestión de Sargadelos, asociándose con los coruñeses Atocha y Morodo en 1873. Básicamente, se reproducen las piezas de la etapa anterior, pero sin alcanzar la misma calidad. Cesaron las inversiones en nuevas instalaciones y se prescindió de los expertos ceramistas extranjeros. Fue la etapa en la que las pérdidas ocasionadas por los pleitos familiares de los Ibáñez llevaron a Sargadelos hasta su cierre como empresa en el año 1875. Desde entonces hasta la recuperación de su legado en la segunda mitad del siglo XX, la historia de aquella formidable iniciativa y los testimonios de la belleza alcanzada en sus talleres se extendieron sin fronteras. En 1972, el perímetro de las antiguas Fábricas fue declarado Conjunto Histórico-Artístico.
En el mismo espacio se recoge la cerámica de Pontecesures, que nace en 1925 bajo la denominación de Cerámica Artística Gallega, tomando como referencia la experiencia de Sargadelos, pero buscando temas autóctonos. Este proyecto fue corto pues se cerró en 1926, el mismo año en el que arranca su segunda etapa que, con el nombre de Cerámica Celta, abarcó hasta 1968. Por su parte, la colección de cerámica española se muestra a través de una selección de los alfares nacionales más representativos: Manises, Paterna, Sevilla, Toledo y Talavera.
En 2010 se incorporaron al Museo las colecciones de arte contemporáneo y asiático-oriental creadas a lo largo de los años por sus donadores, el embajador D. Víctor Sánchez Mesas (Madrid, 1916-2003) y su esposa, Dª Sofía Fernández de Tejada y Ramírez de Arellano (Zafra, Badajoz, 1918-2010). La conforman un total de 191 piezas, 90 de arte del siglo XX, español, sobre todo, y 101 de arte asiático-oriental. compuesta por piezas de porcelana procedentes en su mayoría de China, con testimonios también de Tailandia, Birmania o Japón.
En las salas contiguas hay una gran colección de obras. Uno de los artistas más prestigiosos del pasado siglo como es Pablo Picasso aporta a esta colección un grabado titulado “Mujer Torero III”. Joan Miró es otro de los representados en esta colección, con una litografía 34/50 del año 1953. Otro catalán, Antonio Tapies, tendrá representación en el Museo de Pontevedra a través del grabado “Frapies”. Obras del hijo de Rosalía de Castro, Ovidio Murguía, de Manolo Valdés, Rafael Solbes y Juan Antonio Toledo que formaban un grupo muy crítico con la sociedad del momento y con la forma de entender la historia del arte mezclando el clasicismo, con el pop art, los anacronismos y la ironía. Hay obras de Álvaro Delgado Ramos, pintó un “Retrato del Sr. D. Víctor Sánchez Mesas. Benjamín Palencia pintó un “Paisaje” que data del año 1959. Uno de los artistas más importantes del siglo XX como es Antonio Saura, “Montaje” de 1962. Claudio Bravo (“Autorretrato de espaldas” de 1976), Barjola (“Tauromaquia”), José Caballero, Canogar, Toni Clavé, Juana Francés (“Homínido”), Lorenzo Goñi (“Amazonas”), Evaristo Guerra (“Tarde de Primavera”), Guinovart, Hernández Mompó (“Gente en lana Cuaje” de 1967), Mateos (“Los”Ciegos ), Millares, Sofía Morales (“Retrato”), Gerardo Rueda (“él Flan” de 1980), Eduardo Vicente (“Platero” y Toros “en Chinchón”), Salvador Victoria, Vilacasas, Viola o Fernando Zobel son algunos de los pintores representativos de esta importante colección de arte contemporáneo.
Un espacio dedicado a la figura de Manuel Quiroga Losada (Pontevedra, 1892-1961) violinista, actividad en la que alcanzó gran renombre internacional en su tiempo, siendo considerado junto con Pablo Sarasate, Fernando Palatín y Juan Manén, uno de los más grandes violinistas españoles de la historia. Su dilatada carrera como concertista internacional se vio dramáticamente truncada a los cuarenta y seis años. La tragedia tuvo lugar el 8 de junio de 1937 en Nueva York. Tras despedirse de José Iturbi en Times Square, de camino a sus respectivos hoteles, tras haber ofrecido un concierto juntos, Quiroga fue brutalmente atropellado por un camión. El resultado fue la pérdida de la movilidad progresiva de su brazo derecho, que pronto se convirtió en una parálisis, que le impidió seguir tocando el violín a nivel de concierto, a pesar de sus tenaces esfuerzos por recuperarse. Durante este tiempo se dedica a componer y a pintar.
Violín de Manuel Quiroga
Finalizamos en la sala Castelao, donde se halla la producción artística de Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao (Rianxo, 29 de enero de 1886 – Buenos Aires, 7 de enero de 1950) casi al completo. Narrador, ensayista, dramaturgo, dibujante, médico y político, Castelao está considerado uno de los padres del nacionalismo gallego, llegaría a ser la figura más importante de la cultura gallega del siglo XX. Fue diputado en las Cortes de la Segunda República y tras la Guerra Civil española (1936-1939) formó parte del gobierno republicano en el exilio. Ocupando estas responsabilidades defendió un proyecto del estatuto de autonomía para Galicia, bajo una propuesta federal y plurinacional de España en la que se reconociese como naciones a Galicia, Euskadi y Cataluña. En 2011 la Xunta de Galicia declaró su obra como Bien de Interés Cultural inmaterial. Se exponen litografías, cuadros y ex-libris que forman parte de esta amplia colección que nos acerca a la vida y modo de pensar del intelectual gallego.
Sala Castelao
Obras como “O Tríptico dos Cegos” demuestran su interés por el tema de la ceguera. Recogen en diferentes escenas de personajes ciegos, una temática que Castelao reflejó repetidamente en su obra gráfica, condicionada seguramente por los propios problemas de vista do autor que lo dejaron casi ciego en los últimos años de su vida.
Se representan las figuras de los ciegos en primer plano, en grandes dimensiones y ocupando prácticamente toda la superficie, sobre unos fondos de paisajes gallegos tradicionales en las que, cuando hay personas, quedan reducidas a pequeñas figuras que no interfieren con los protagonistas.
El museo cuenta con un espacio en el que están expuestas las 50 estampas originales del Álbum Nos, desaparecidas hasta 2016 y que, por falta de tiempo, ya no pudimos ver.
El grupo de alumnos con el profesor Antonio Giráldez en la sala Castelao.
Rematamos la vista y, a orillas del Lérez, subimos al autobús de regreso a Vigo. Satisfechos y agradecidos por la experiencia de haber sido los primeros en disfrutar de las enseñanzas de Antonio Giráldez, deseando que continue como docente en el Programa Universitario de Mayores, aquí queda un recuerdo precioso, esperando poder acceder a nuevas materias impartidas por un profesor magnífico.
Vigo, 2 de febrero de 2022
Marina Troncoso
Presidenta de la Asociación de Alumnos
Aulas de Formación Aberta
Universidad de Vigo.