
Introducción.
Nos encontramos en una época en la que debemos enfrentarnos a grandes e impredecibles desafíos en el ámbito de la salud. Las poblaciones de todo el mundo están envejeciendo a un ritmo muy acelerado y esta transición demográfica tendrá un impacto en casi todos los aspectos de la sociedad. La salud es fundamental para nuestra vida cuando alcanzamos una edad avanzada y aunque estamos viviendo más años, esto no significa que ese tiempo adicional lo disfrutemos con buena salud.
En 2015, el mundo entero se unió en torno a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible con la promesa de que nadie quedara atrás y de que cada ser humano tuviese la oportunidad de desarrollar todo su potencial con dignidad y en igualdad. La Década del Envejecimiento Saludable es la estrategia global y el plan de acción sobre salud y envejecimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), adoptada por los Estados Miembros de la OMS en 2016, que proporciona un marco político para garantizar que la respuesta mundial sobre el envejecimiento de la población esté alineada con esta ambiciosa agenda de desarrollo.
Esta estrategia global se basa en el concepto de envejecimiento saludable de la OMS que definió en el Informe mundial sobre envejecimiento y salud del año 2015, donde en lugar de centrar el envejecimiento saludable en la ausencia de enfermedad, lo asocia a dos conceptos importantes, la capacidad intrínseca y la capacidad funcional. La primera se refiere a la combinación de todas las capacidades físicas y mentales que un individuo puede utilizar en un determinado momento. La segunda, sin embargo, se refiere al entorno en el que habita un individuo y su interacción con él. Es decir, el entorno proporciona una serie de recursos u obstáculos que decidirán si una persona con un determinado nivel de capacidad puede hacer las cosas que siente que son importantes. Por ejemplo, una persona mayor con una capacidad limitada podrá seguir yendo a comprar si tiene acceso a medicamentos antiinflamatorios o a un dispositivo de apoyo (bastón, silla de ruedas o un scooter eléctrico), o si vive cerca de un medio de transporte asequible y accesible.
A partir de estos dos conceptos, capacidad intrínseca y capacidad funcional, la OMS define como envejecimiento saludable el proceso de desarrollar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez. Es importante entender que ambas capacidades varían y tienden a disminuir con la edad. Además, la trayectoria personal de cada individuo también repercute sobre ellas.
Esta estrategia se compromete a actuar en aquellas áreas que son ya evidentes, pero también señala las lagunas que existen tanto de conocimiento, como de capacidad. Por lo tanto, dio un plazo de cuatro años de trabajo para preparar al mundo para desarrollar el plan de acción que supone la Década del Envejecimiento Saludable y que se desarrollará del año 2020 al 2030. En este documento se describen brevemente las acciones que son necesarias para garantizar que la Década sea un éxito.
Para llevar a cabo este plan de acción es necesario invertir recursos, pero es una inversión segura y a largo plazo, que permitirá a las personas vivir vidas más largas y saludables y garantizar que tengan la oportunidad de contribuir y beneficiarse, sin quedarse atrás, del desarrollo sostenible al que aspira el mundo entero según la Agenda 2030.
Cambiar las percepciones acerca de la salud y el envejecimiento.
Para poder afrontar los retos que plantea el fenómeno del envejecimiento de la población de manera integral es fundamental incorporar nuevas perspectivas que superen los estereotipos que socialmente se atribuyen a las personas mayores y que limitan nuestra capacidad de respuesta. Estos estereotipos producen discriminación por razón de edad, es lo que se conoce como edadismo, y es una de las formas de discriminación más generalizadas que existen a nivel mundial.
La población de personas mayores se caracteriza por una gran diversidad por lo que resulta más conveniente considerar las diversas necesidades de las personas mayores como un espectro de grados de funcionamiento.
Una respuesta de políticas integrales debe ser capaz de conciliar los matices tan diferentes que existen entre las personas de edad avanzada a través de una descripción coherente del envejecimiento.
Parte de esta diversidad tiene su origen en la herencia genética, pero son los entornos físicos y sociales en los que vivimos los que tienen mayor incidencia, ya que pueden afectar a nuestra salud tanto directa como indirectamente. Estos entornos pueden suponer un obstáculo o un incentivo y potenciar o limitar nuestras oportunidades y nuestros comportamientos, lo que produce desigualdades en materia de salud, que pueden agravarse en edades avanzadas como consecuencia de un efecto acumulativo a lo largo de la vida.
Las políticas en materia de salud que se adopten deben superar estas desigualdades y no reforzarlas.
El envejecimiento en el futuro será muy diferente al de generaciones anteriores e incluso al actual porque este proceso está ocasionando muchos cambios sociales. Las nuevas tecnologías y los avances tecnológicos ofrecen oportunidades para controlar la salud y proporcionar asistencia sanitaria personalizada o dispositivos de ayuda, nunca antes disponibles. Los roles de género también están cambiando y las mujeres desempeñan, cada vez más, otras funciones que les proporcionan mayor seguridad en la vejez pero que a la vez limitan la capacidad de las mujeres y las familias para cuidar a las personas mayores que lo necesitan. Los modelos de familia donde la mujer asumía la función de cuidadora no son sostenibles. Las políticas en materia de salud deben tener en cuenta estos cambios sociales y tecnológicos para aprovechar las oportunidades de estos avances e incorporar enfoques más innovadores, desechando modelos sociales de envejecimiento obsoletos.
Un marco de salud pública para el envejecimiento saludable.
Es urgente llevar a cabo una acción pública integral sobre el envejecimiento y aunque existen diferentes maneras de adoptar medidas para fomentar el Envejecimiento Saludable, todas deben tener un mismo objetivo: lograr la máxima capacidad funcional.
Se identifican cuatro áreas de acción prioritarias para ayudar a logar este fin que se describen muy brevemente a continuación.
1. Adaptar los sistemas de salud a las poblaciones de más edad que se están atendiendo.
Los sistemas de salud que garantizan el acceso asequible a servicios integrados y centrados en las necesidades de las personas mayores han demostrado dar mejores resultados y no son más caros que los servicios tradicionales. Aunque estos sistemas comparten un enfoque intersectorial para fomentar y mantener la capacidad funcional de la población de edades avanzadas, la principal contribución de los servicios de salud para lograrlo será alcanzar la máxima capacidad intrínseca.
2. Crear sistemas de atención a largo plazo.
El objetivo primordial de estos sistemas debe ser mantener un nivel de capacidad funcional en las personas mayores que presentan pérdidas significativas de la capacidad, o tienen riesgo alto de presentarlas, y asegurar que este tipo de atención respete sus derechos y libertades fundamentales y la dignidad humana. Además, estos sistemas son importantes porque reducen el uso inadecuado de los servicios de atención de cuadros agudos, ayudan a las familias a evitar gastos médicos catastróficos y liberan a las mujeres de desempeñar el trabajo de cuidados que tradicional y socialmente se les atribuye.
En este sentido, la atención a largo plazo no es responsabilidad exclusiva de los gobiernos porque estos sistemas, bajo su supervisión, deben basarse en alianzas explícitas con las familias, las comunidades, otros proveedores de servicios de salud y el sector privado, y reflejar las preocupaciones y las perspectivas de estas partes interesadas.
3. Crear entornos adaptados a las personas mayores.
Las medidas necesarias para fomentar la capacidad de las personas mayores pueden ser muy distintas, pero operan de dos maneras fundamentales. La primera es fomentar y mantener la capacidad intrínseca, ya sea mediante la reducción de los riesgos (como los altos niveles de contaminación del aire), el fomento de las conductas saludables (como la actividad física) o la eliminación de obstáculos (por ejemplo, los altos índices de delincuencia o el tráfico peligroso), o mediante la prestación de servicios que fomentan la capacidad (como la asistencia sanitaria). La segunda es permitir una mayor capacidad funcional en una persona con un determinado nivel de capacidad. En definitiva, se trata de salvar la brecha entre lo que las personas pueden hacer teniendo en cuenta su nivel de capacidad y lo que podrían hacer si vivieran en un entorno propicio (por ejemplo, con tecnologías de apoyo adecuadas, transporte público accesible o barrios más seguros). Aunque las intervenciones a nivel de la población pueden mejorar los entornos para muchas personas mayores de ambas formas, muchas personas no podrán beneficiarse plenamente sin un apoyo adaptado a sus necesidades.
4. Mejorar la medición y el monitoreo de los datos y programas que desarrollen y mejorar la comprensión.
Debe incluirse a las personas mayores en las estadísticas sobre aspectos que les afecten especialmente, así como en las encuestas de población general, y los datos deben desglosarse por edad y sexo para que su análisis se ajuste a la realidad de todas las personas. También se necesita alentar la investigación en diversos campos específicos relacionados con el envejecimiento y la salud, para lo que se requerirá acordar conceptos clave y la forma en la que se pueden medir.
Lógicamente, el contexto de cada país determinará las medidas a tomar y los enfoques más eficaces en cada una de las esferas.
10 Prioridades para la Década del Envejecimiento Saludable.
Se han establecido, a través de una serie de consultas entre expertos y otras partes interesadas, las acciones concretas que serían necesarias para garantizar el éxito de la Década del Envejecimiento Saludable. Este plan de acción debe iniciarse de inmediato, diseñando programas que estén conectados entre sí y que aborden estas acciones propuestas de manera conjunta.
Un requisito previo para el éxito en esta transformadora agenda es que las principales partes interesadas, procedentes de múltiples sectores, se conecten entre sí con la finalidad de crear un espacio donde compartir experiencias y adquirir conocimientos en una Plataforma para la Innovación y el Cambio.
Prioridad 1: Establecer una plataforma para la innovación y el cambio. Iniciar el cambio para un Envejecimiento saludable conectando personas e ideas de todo el mundo.
Prioridad 2: Apoyar a la planificación y acción del país. Los países obtienen las habilidades y herramientas necesarias para crear políticas que permitan a las personas vivir vidas largas y saludables
Prioridad 3: Recopilar mejores datos globales sobre el Envejecimiento Saludable. Lo que se mide se hace y juntos recopilamos información precisa, actualizada y significativa sobre el envejecimiento sano.
Prioridad 4: Promover investigaciones que aborden las necesidades actuales y del futuro de las personas mayores. La investigación incluye y beneficia a las personas mayores respondiendo a preguntas importantes de manera innovadora.
Prioridad 5: Alinear los sistemas de salud con las necesidades de las personas mayores. Las personas mayores obtienen la atención médica que necesitan, dónde y cuándo la necesitan.
Prioridad 6: Sentar las bases para un sistema de atención a largo plazo en todos los países. Las personas mayores y sus cuidadores reciben la atención y el apoyo que necesitan para vivir con dignidad y disfrutar de sus derechos humanos fundamentales.
Prioridad 7: Asegurar los recursos humanos necesarios para la atención integral. Existen personas capacitadas para proporcionar servicios de salud de calidad y cuidados a largo plazo a las personas mayores.
Prioridad 8: Emprender una campaña mundial para combatir la discriminación por edad. Cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar sobre la edad y el envejecimiento es posible. Podemos ayudar a que esto suceda.
Prioridad 9: Definir el contexto económico para invertir. Comprender mejor los costes y las oportunidades del envejecimiento saludable es el punto de partida para diseñar soluciones sostenibles, equitativas y eficaces.
Prioridad 10: Mejorar la red mundial de ciudades y comunidades adaptadas a las personas mayores. Las ciudades y comunidades de todo el mundo deben permitir que las personas mayores hagan lo que ellos deseen.
Década del Envejecimiento Saludable 2020/2030


