El epitafio de la tumba de Miguel de Cervantes reza: “El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y, con todo, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir”.
“Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1616)”.
El deseo que tengo de vivir, ahí está la fuerza, la energía, el ánimo, la fortaleza y la resistencia que ejercemos para no dejarnos vencer, para seguir viviendo y disfrutando de la vida.
Este deseo de vivir va acompañado de dignidad, el concepto que hace referencia al valor inherente al Ser Humano, aceptando la diversidad y la contradicción o dualidad que caracteriza a la especie. La dignidad y el respeto (aceptar las diferencias, comprender y aceptar la forma de pensar y de Ser de las demás personas, aunque no sea igual a la nuestra), son dos valores que aportan fuerza a la persona, la nutren desde dentro, proporcionándole vigorosas raíces, (Inmaculada Asensio Fernández).
El estudiante universitario sénior está en una etapa de la vida donde el deseo que tengo de vivir, lo mantiene activo intelectualmente y pone a disposición de la sociedad su experiencia y un valioso capital y talento humano para ayudar a las viejas y nuevas generaciones a mejorar la calidad de vida.
Esta participación social, dignifica y estimula a las personas mayores, a las que les queda una segunda vida por vivir; una vida donde los alumnos universitarios séniors demuestran un gran interés por aprender, una implicación con el conocimiento y con los problemas y soluciones a los nuevos retos sociales.
Los Programas Universitarios de Mayores, PUM, pueden y deben ser un medio de cohesión social, de relación intergeneracional, potenciando “El Valor del Talento Sénior”.
La alta participación social junto con el deseo de aprender, se une al deseo de vivir, y convierte a los PUM en el instrumento para que los mayores sigan siendo una parte activa de la sociedad aunque haya finalizado su etapa laboral.
Dar respuestas a los desafíos, a los retos de solidaridad que nos presenta este momento que vivimos; las terribles condiciones de los refugiados que huyen de un infierno y los últimos atentados terroristas, desvían nuestras prioridades hacia una perspectiva más solidaria, con el ánimo de prestar nuestra experiencia y conocimiento para conseguir un mundo mejor, para evitar que se repitan los errores en los que insistentemente sigue cayendo el ser humano.
Llevar a cabo iniciativas que den la oportunidad de aprovechar el potencial de conocimientos y experiencias de los séniors es esencial para caminar hacia una sociedad más solidaria, de respeto y entendimiento, que mejore y facilite la convivencia.
Marzo 2016