LA SOLEDAD (no deseada)
La RAE define, en su primera acepción, la soledad como “carencia voluntaria o involuntaria de compañía”. Cuando esta carencia es involuntaria, por la pérdida de relaciones familiares y sociales, derivadas de la nueva estructura personal (jubilación, viudedad, separación geográfica de la familia, etc.), en las personas mayores se considera un grave problema que conlleva consecuencias en cuanto a sus condiciones de vida y seguridad.
La soledad como circunstancia asociada al envejecimiento, es una de las cuestiones que plantea el reto demográfico. La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha puesto de manifiesto los retos que el envejecimiento lleva aparejado en nuestra sociedad; destaca el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre envejecimiento (MIPAA), de 2002, donde pone de manifiesto el gran número de personas que están envejeciendo en soledad y establecen recomendaciones para la adopción de medidas para reducir los efectos negativos de la soledad no deseada; ratificadas en la reunión de Lisboa de 2017 donde se aboga por el desarrollo sostenible de todas las edades, haciendo especial énfasis en la diversidad de la vejez: hacia un mundo en el que todas las personas mayores puedan vivir sus vidas como lo desean, de manera prolongada, sana y sostenible.
Para ello, las administraciones públicas deben facilitar al máximo las iniciativas a favor del aumento de las oportunidades para mantener el contacto social de las personas mayores durante el mayor tiempo posible, e integrarlas de modo que los grupos implicados puedan intercambiar sus esfuerzos.
Es necesario impulsar imágenes positivas de mayores con viada activa, que proyectan su actividad hacia el conjunto de la sociedad, con el objeto de incidir provechosamente en el conjunto de este sector y ayudar a las personas mayores a mantener una actividad vital activa y abierta al exterior, ofreciendo igualdad de oportunidades de participación en la sociedad mediante actividades culturales, políticas y sociales. Considerar a las personas mayores como educadores, y no solo cuidadores.
Potenciar el desarrollo de cursos, favorecer el acceso a internet, apoyar la creación de redes, programas, webs y acciones orientadas al buen uso de las TIC por parte de las personas mayores, es una de las aportaciones que ayudan a combatir la soledad no deseada; al igual que fomentar el asociacionismo de las personas mayores como forma de fomentar su participación social.
Se deben incluir y promover investigaciones específicas relacionadas con la soledad de las personas mayores dentro del “Plan de Investigación Científica y Técnica de Innovación” dirigidos a financiar la ejecución de proyectos de I+D+i, liderados por equipos de organismos públicos de investigación.
*Información extraída del borrador de “La estrategia nacional de lucha contra la soledad no deseada de las personas mayores” (Imserso 2019).
Diciembre 2019