El Futuro y las personas mayores
Los niños no necesariamente son el futuro: estadísticamente, los adultos mayores serán el futuro del mundo en cuestión de décadas.
La humanidad se enfrenta a un gran desafío, el aumento de la población mayor. No es solo que la gente viva más tiempo, es que habrá más personas mayores que la población joven. Este es un gran cambio demográfico, porque la población mayor, considerada una minoría, será la mayoría, por lo que hay que actuar considerando que las personas mayores son personas del presente y del futuro, y no solamente del pasado.
No somos sólo lo que hicimos y nuestro pasado, sino que ese pasado genera una serie de recursos sociales para aportar a la sociedad actual que implica acceder a nuevas cotas de libertad, como la posibilidad de seguir aprendiendo, para relacionarnos con las generaciones más jóvenes, para emprender nuevos proyectos de vida y, sobre todo, para desarrollar una nueva forma de envejecer que se adapte a la sociedad del futuro.
Cuando se llega al estado administrativo de jubilación, entonces es posible introducir cambios en la vida, comenzar a desarrollar nuevos proyectos, además de cuidar la salud física y mental y disfrutar de iniciativas y actividades que no habían podido ser exploradas en el itinerario de la vida adulta, las personas mayores deciden su proyecto de vida.
Por ello hay que considerar y valorar como actividad todo aquello que contribuya al bienestar de las personas; introduciendo a lo largo de toda la vida una actitud de formación en envejecimiento activo para todas las personas, con un concepto integrador e intergeneracional que respete la diversidad cultural.
Esto conduce a generar un proceso sólido de independencia que ayuda a las personas mayores a vivir de acuerdo con sus preferencias, sin depender de otros, preservando así la salud de los lazos afectivos a través del mantenimiento de la intimidad a distancia.
La importante aportación de las personas mayores a la sociedad en el pasado y, muy especialmente, en el presente, así como en el fomento de unas relaciones intergeneracionales generadoras de bienestar, es un valor social para conducirnos a un futuro donde la sociedad sea más igualitaria, justa, solidaria y fraterna, centrada en la persona, en una palabra, humanizada.