Los mayores silenciosos

D. David Filgueira Álvarez.
Coordinador de las Aulas de Tercera Edad de A Coruña, ATEGAL
Muchas veces escuchas hablar de la gente mayor, de los mayores, de la tercera edad, ahora les llaman seniors, mañana Dios sabe cómo les van a llamar. Yo los conozco desde hace tiempo, primero porque me criaron mis abuelos, como a tantos otros, y segundo porque desde 2004 llevo trabajando con ellos en la sede coruñesa de ATEGAL que dirige el jesuita Rafael Romero Valencia. Empecé como profesor, luego como coordinador y casi siempre como chico para todo que a fin de cuentas lo importante es sacar el trabajo para delante como solía decir mi abuelo.
No sé por qué, si por suerte o por desgracia pero siempre he trabajado aquí, tal y como decía Lenon: la vida es eso que te ocurre mientras tú te empeñas en hacer planes… pero lo cierto es que llevo tiempo y tiempo observando cómo se comportan estas personas y he aprendido mucho de ellas.
No sé si será la brisa del mar de las aulas coruñesas, o la fuerza heredada de la Torre del mismísimo Hércules, o será la fuerte gastronomía gallega, no lo sé pero lo cierto es que esta gente no para de hacer cosas, y cosas provechosas de las que merece la pena comentar. Las hacen en un contexto de expertos, de pedagogos, de gerontólogos y demás que les dicen lo que tienen que hacer e incluso les dicen cómo les tienen que llamar a las cosas que hacen: envejecimiento activo, terapia ocupacional y un sin fin de conceptos que ellos conocen pero que afortunadamente ignoran, porque tiene que resultar agotador ver cómo nace uno nuevo cada invierno.
Son los hombres y mujeres de las Aulas de A Coruña gente de divertirse. Unos vienen a tocar su instrumento en la rondalla, otros hacen actividades físicas, otros cultivan el arte, la pintura, la historia, hacen muchas cosas pero no sólo para ellos, también para los demás. Algunos vienen por la tarde a ayudar a los niños del Centro de Orientación para la Familia, niños que se encuentran solos y que no pueden pagar a alguien que les ayude a hacer los deberes.
Otros van los sábados a la Residencia de Padre Rubinos a animarles los fines de semana a los internos, otros organizan todos los años una exposición de pintura solidaria a favor de la Ong Entreculturas Fe y Alegría, otros donan ropa para el refugio, también los hay que se escuchan los unos a los otros y se cuentan lo muy atados que se encuentran por tener que cuidar a tanto nieto… y ayudar a tanto hijo por culpa de la crisis… aquí cada uno tiene su quehacer de forma silenciosa, para mi elegante, sin alardes, sin florituras, porque les gusta, porque les apetece y porque en el fondo, y lo digo con permiso de los expertos conceptuales de antes, los mayores del siglo XXI son así: activos, solidarios, alegres, inquietos y divertidos.
Cada año se me cuela un curso de forma silenciosa, como esta gente que me sigue demostrando año tras año lo mucho que tengo que seguir aprendiendo de ellos. Cuando hago la memoria anual y veo todo lo que han hecho entre el acto de apertura y la comida de fin de curso. Miro a mi alrededor y observo cómo cuidan de sus familias, ayudan a los demás, se escuchan, se divierten, te aconsejan y siguen adelante, el modo que tienen de afrontar las enfermedades, la partida de un compañero al que no volverán a ver y con el que compartieron tantos momentos inolvidables. Son los mayores silenciosos a los que me gusta observar y de los que tanto aprendo.
A Coruña, noviembre de 2015






























































