Un sueñecito
Poco a poco estoy empezando a sentir un sofoco que minuto a minuto me va restando aire en los pulmones. Pero, para mi sorpresa, al mismo tiempo me siento contento de estar allí, en un camarote de apenas ocho metros cuadrados abarrotado de gente.
- Hola, ¿han llamado a la manicura? – pregunta una joven asomando la cabeza por la puerta-
- ¡Adelante!,-decimos al unisonó Groucho y yo. -Oiga amigo y Vd. ¿qué pinta en esta escena?
No tengo tiempo de contestarle, pues en ese momento aparecen una fila de camareros con sus enormes bandejas ovaladas llenas de comida.
- ¡Mis dos huevos duros! -grita Zepo, al mismo tiempo que Harpo se lanza en plancha por encima de las cabezas de todos en busca de los canapés.
Cuando el amasijo de bandejas, camareros, limpiadoras, fontanero -con ayudante incluido-, familia Marx al completo y la Condesa, que aparece estupefacta por el pasillo, está a punto de aplastarme, aparece milagrosamente Rick para lanzarme una mano salvadora.
Me ofrece un taburete y un whisky en su bar, el famoso Ricks , y estoy escuchando a Sam golpear suavemente su piano mientras acompaña el Time Goes By con una sonrisa burlona en su cara. No puede ser, es demasiada adrenalina poder ver el smoking impoluto de Humphrey Bogart y su pajarita evocadora de tiempos mejores con su brazo protector sobre mis hombros.
Ya parece que la suerte está echada y los dados del destino le han jugado una mala pasada. Me cuenta Sam que Rick ha tomado la decisión más dolorosa pero más cercana a sus principios; ha convencido al Capitán Louis para que deje embarcar a su amada Ilsa Lund y a su marido en un vuelo que les llevara a Europa .El avión espera con los motores en marcha en la pista del aeropuerto de Casablanca .Observo la plomiza mirada de Rick cuando embarca la pareja y las lágrimas ocultas de Ilsa en la escalerilla de aparato, Con el avión ya rodando por la pista ,el capitán Louis repara entonces en mi presencia, justo al lado de Rick , sin papel alguno que jugar allí ,pero testigo mudo y privilegiado de aquella malograda historia de amor. .
-Detengan a este sujeto -grita a sus hombres, probablemente para cubrir el expediente ante sus superiores cuando tenga que explicar porque autorizo el vuelo que estaba a punto de salir.
A punto de ser esposado, irrumpe como un vendaval en el aeropuerto, el bueno de Sean Thornton, que con dos soberbios ganchos de derecha casi descabeza a los gendarmes que me retienen.
- Gracias amigo-le digo-estaban a punto de mandarme a la sombra y no tengo que ver nada en esta historia.
- No te preocupes, aquí en Irlanda estarás a salvo y más en este pueblo de campesinos y ganaderos. La verdad es que había hecho la promesa de no pelear nunca más desde los días de New York cuando mate a un chico en un combate. Aún me despierto sobresaltado alguna noche que otra y por eso decidí poner tierra por medio y venir a la tierra de mis antepasados.
Mi frustrada comida en el camarote y en el bar de Rick, por fin la veo recompensada con un suculento puchero irlandés y una pinta de la mejor cerveza del norte de la isla.
- Verás, amigo, aunque aún no sepa tu nombre, se me ha complicado la vida porque he conocido a una mujer; Mary Kate se llama, de pelo cobrizo y ojos más grandes que tus zapatos que me está volviendo loco.
- Y ella, ¿te corresponde?
- Creo que sí, pero su hermano no me puede ni ver. El otro día, me sacudió en la taberna en presencia de todos y no le respondí, por mi promesa de no volver a pelear. Así que he quedado como un cobarde y, lo que es peor, también a los ojos de su hermana.
Le veo como un niño grande que me enternece
- Vamos a la taberna -me dice.
El viejo Pub nos recibe con dos pintas de Stout y las miradas inquisidoras, pero inocentes- me parecen- de los parroquianos. Hay, eso si, una excepción, la del hermano de la pelirroja que, desde el final de la barra, lanza a los pies de Sean un puñado de maíz
- Esto es bueno para las gallinas-suelta entre risotadas el hombretón, mientras busca la complicidad del resto de los clientes.
Iniciada la chispa, creo que solo falta que prenda la pólvora. Fuera, ya empiezo a ver como se arremolina la gente e incluso como se cruzan apuestas -el padre Lonergan incluido- sobre el ganador de la pelea. Ahora sí, me percato del torbellino en el que ha entrado mi vida y que no sé cómo parar.
Dicho y hecho; ya se pueden escuchar los puñetazos en todo el condado. Sean, maldiciendo tener que romper su promesa, se seca la sangre de su ceja, se remanga la camisa y se dispone al cuerpo a cuerpo. Me pongo a su espalda para buscar alguna protección de la batalla, pero en una finta de profesional, Sean se agacha y el puño de hierro del hermano de la pelirroja se dirige inexorablemente hacia mi cara.
Debo de haber perdido el conocimiento y estoy en un sueño. Siento entonces una sacudida en el hombro, cada vez más fuerte
- ¡Oiga!¡ oiga!, ¡señor!, ¿Se encuentra bien? Vamos a cerrar la sala y solo queda Vd. Se ha debido quedar dormido. No sé en que estaría soñando, pero se ha puesto a gritar como un coyote en la pradera, si me permite decirlo.
- Gracias. Todo bien. No se preocupe. ¿Sabe? es que el cine está hecho para soñar
Félix Sánchez García
Socio de AUTEMCOL
Universidad Carlos III, Colmenarejo